Las brújulas de los navegantes fueron creadas por primera vez en la antigua China, durante el siglo IX o X. y su mecanismo era bastante básico, contando con una aguja imantada que flotaba en un contenedor lleno de agua.
Como te imaginarás estas brújulas eran muy poco prácticas, además de ser muy frágiles. Lo peor de todo era que al ser transportadas perdían todo tipo de certeza. Con el paso de los años se fue reduciendo el tamaño y realizando cambios técnicos que la hicieron mucho más eficaz.
Se fue cambiando el recipiente de agua por el eje giratorio en donde se colocaba la aguja. También se le agregó la rosa de los vientos, mediante la cual se podía calcular las direcciones.
En la actualidad los navegantes eligen otro tipo de instrumentos para la medición que son mucho más confiables, entre ellos el GPS (Global Positioning System), pero el uso de las brújulas no se ha descartado totalmente.
En los últimos tiempos han salido a la venta nuevos modelos, usando la aguja imantada dentro de capsulas llenas de aceite o alcohol, lo que permite que la aguja no oscile repetidamente.
Algunas de las brújulas cuentan con un transportador incorporado que es muy útil si se necesita crear un mapa para establecer el rumbo ha seguir, otras cuentan con sistemas de iluminación especial para los lugares con poca luz. También existen brújulas con métodos ópticos de acercamiento y observación que se usan para realizar mediciones de objetos que están ubicados a grandes distancias.